Enero de 1979. Tarde bochornosa de verano con una temperatura que invitaba más a la pileta que a presenciar fútbol. Realmente la fecha elegida por la AFA para dirimir una final de ascenso, fue desatinada e inhumana.
Los protagonistas de la contienda para un lugar en la “C” eran el mítico Piraña y Justo José de Urquiza, el no menos tradicional animador de esa categoría que había caído en el pozo de la “D’ y pretendía regresar.
El escenario fue la vieja cancha de Argentinos Jr. de Boyacá y Juan Agustín García. Por aquel entonces, laboraba en el periódico VIVENCIA de Caseros, concurrí junto a sus editores Hugo Benedicto Spalletti y Carlos Rivas, y obviamente seguíamos la campaña del equipo “Celeste”; la idea, que por otra parte se consideraba muy factible, era hacer un suplemento especial con el ascenso de “JJ” que desde ya descartábamos. Es que todo pintaba para ello, desde la supremacía de hinchadas en una proporción de diez a uno, al plantel donde las individualidades de Urquiza eran, hipotéticamente, bastante superiores. Todo pintaba ... en el arranque las huestes de Caseros fueron una tromba y a los pocos minutos llegó el merecido gol conquistado por Francisco Daniel Villalba ... bien el fondo, apuntalado por la seguridad del arquero Suárez (alguna vez codiciado por el ‘Toto” Lorenzo), la experiencia de Nardo y Trapani en el medio y la velocidad de Moriones y Villalba a la delantera …
Pero Piraña empezó a crecer, de la mano de Bianca, batallador de toda la cancha. Llegó el empate. Al ratito el 2 a 1. Ya la parcialidad “Celeste” iba cambiando los cánticos de aliento por el silencio... el elenco no reaccionaba y llegó el 3 a 1.
Bianca seguía corriendo y corriendo, todo Piraña metía y jugaba. Empezaron los silbidos y con Spalletti y Rivas veíamos como se perdían las esperanzas del suplemento del campeón … 4 a 1 y el 90% del público empezó a retirarse, quedaba ese grupo minoritario que nunca dejó de alentar, pegado al alambrado hasta el pitazo final que decretó el ascenso. Los jugadores vestidos totalmente de rojo se pasaron a la tribuna para unirse al festejo loco y luego ingresar todos al rectángulo para la vuelta olímpica. La teórica víctima dejó de serlo al poco tiempo de pisar la gramilla que viviera los primeros pasos del mismísimo Diego Maradona. La alegría le duró muy poco: el año siguiente volvió a la “D”, y al poco tiempo se desafilió, pero eso es otra historia. La de ese día fue inolvidable para los dos.
Las dos caras se invirtieron imprevisiblemente. El homenaje para el legendario club que hoy ya es recuerdo en la práctica activa del fútbol afista, pero que escribieron su historia con estos apellidos para Piraña: Gutiérrez, Carlos Díaz, Víctor Impagliazzo, Orjales, López Fernández, Bianca, Godoy, Paiva, Balderra ma, Cano Toledo, García, Carlos “Hueso” Rojas, Lago, Daniel Impagliazzo y Vázquez; el director técnico, Marino Calogero, ex jugador del club.
Capitulo extraído del libro Memorias de Fútbol de Daniel Console